¿ No crees que la radio cuando uno está triste y solo es tremendamente melancólica?
-Cierto, yo nunca la escucho.
- Van sonando las canciones como fruto del destino, no puedes escoger que canción vendrá y no podrás evitar ni siquiera escuchar el principio.
- Cuando estoy triste, me gusta desnudarme, servirme una copa de whisky, y bailar solo en medio del salón.
-¿ Con qué música?
- No lo sé, el sábado la compondré.
- Yo tampoco lo sé, sólo que en la radio dan canciones patéticas.
- Podrías escoger el destino de esas canciones si no la encendieras.
- Perdona, ¿ Acaso te digo yo que debes estar ridículo bailando en tu salón bebiendo alcohol para resultar aún más loco, y eso te gusta, que te consideren un pobre soñador, un bohemio, un intelectual fracasado y un poeta maldito.
- Creo que te llaman al teléfono, por la otra línea.
-Mejor, ahora llega otra canción.
Era él. Ahora sonaban en la radio unas piezas de música clásica. Cuánto tiempo había sido tan sólo un sueño. Todo había sido un espejismo. Y ahora tocaba vivir en la soledad de un recuerdo, a su sombra, a su lado, de espaldas. Pero aún así creía que en su balanza los buenos momentos hacían que se desequilibrara. Y decidió esperar a que un día él le volviera a sintonizar la radio.
Fue divertido la otra noche. No pensaba que lo iba a ser pero resultó que si. Ahora se sentía a la deriva, perdida en todas partes. Qué importaba. Intentaba ver más allá, descubrir otras fuentes de ocio, otros quehaceres. Pero que importaba si iba borracha.
Fue la reina de todos los gays del club.
- Hola, no pensaba que volvieras a llamarme. Ya se sabe que después de hablar con él eres una pobre niña indefensa y todo te duele. Dan ganas de partirte la cara con una buena bofetada y decirte, ¡cállate niña malcriada!
- Creo que estábamos hablando de qué hacíamos en nuestros momentos de tristeza.
- Yo cuando bebo no puedo escribir, solo bailar, llorar, reir. Bueno, a veces también follar pero luego es tan agotador y vacío! . Me gusta hacer fotos, pasear, pasear desnudo en verano por el jardín, llamar a cómplices o caminar por la ciudad. Razonar porque no hago esto más a menudo, poder hacerlo con alguien pero no lo veo factible. Ni siquiera sé porque te estoy contando todo esto pero da igual, es tan bonito como romántico. Vomítalo todo, no te dejes nada. Pero hazlo, a través de tus palabras iré construyendo las mías.
- No sé, me apetece un beso largo y luego un abrazo. Muchos muchos besos de caramelo, de infancia, de algodón. Muchos besos de parque, de cielo, de barca, de estanque. Besos que sonrojan las mejillas. En fin, sabes qué, cuando quiero seducir a un hombre soy lolita y cuando quiero seducir a un niño soy poeta y maestra. Leí a Navokov a los 14 años. Eso lo resume todo.
- Que significa para ti el sexo?
- No sé.. Tal vez una unión, un sueño, la muerte, lágrimas. Un huracán que se lleva mi cuerpo, mi alma, mis fragmentos, mis recuerdos. Compartirme..
- Hace poco me compartí con una desconocida. Lo hice de una forma visceral, es una receptora perfecta. Me encanta hacer estas cosas, aprendo tanto de ellas
tanto.
- Eres ambiciosa?
- Normalmente sí. Pero ando triste, y la tristeza se come mis ambiciones.
-Pareces muy pasional, una pasión con un punto perverso. No sé, te hace más segura
. Te mueves más por poesía. Yo, por metáfora. mi espejismo es mas un juego de asociaciones e impulsos del sentimiento que intento dar cordura o razón solo en el caso del desbordamiento
Soy racional hasta cuando me dejo llevar. Tiene muchísima gracia.
- ¿ Por qué estás triste realmente? ¿ Crees que todos tus problemas son causados por tu actitud?
- Yo, lo único que creo es que ese huracán se lo llevó todo. Y ahora estoy agarrada al único pilar que resistió a su fuerza. Ahí, esperando a encontrar una solución, pedir ayuda, moverme. Me siento pidiendo limosna, implorando un resquicio de amor. Quiero que las canciones sean un poco más alegres. Sí, sé que escuchas la misma cadena y quizá él también querría escucharla pero sus oídos están ya tan lejos de mi música.
Fue divertido verle. Por un momento creyó que ambos estaban en el mismo lugar. Se reían. Ella intentaba buscar su mirada, decirle, ¡eh! Aquí estoy, soy yo, la misma de siempre. Pero se sentía un fantasma del pasado, un espíritu enrabiado, melancólico agarrándose a la vida siendo reina de todas partes y esclava de su presencia. Sentía serpientes en su vientre, hielo en su sexo, yeso en el corazón. No era dueña de si misma y sólo pensaba en como resucitar ante él. Se imaginaba ante él desnuda, débil, vulnerable, salpicando lágrimas por los ojos, vomitando tristeza. Él sacaría una pistola, la pondría de espaldas, deslizando la fría punta de la pistola por su piel. Entonces ella se giraría, intentaría sacarle la pistola, comprar la compasión entre sus piernas y al primer suspiro arrebatarle el arma.
Y es que se había vuelto loca de amor.
Un día fue la reina. Un día brillaba. Y él decía es como si hubieras dejado de brillar
. Murió cuando oyó esas palabras y se imaginó siendo un sol en el ocaso, a lo lejos. Como esos días de invierno que aún calienta el sol pero sigue haciendo mucho frío.